jueves, 21 de junio de 2012

tendiendo puentes

Parece ser que la autodenominada República Popular China, en un alarde de igualitarismo sin precedentes en el interior de sus fronteras, se ha decidido a tender puentes entre los dos sexos. Eso parece. Al menos eso afirmaron, hace unos días, al anunciar a bombo y platillo la inmediata e inaugural puesta en órbita de la primera compatriota astronauta, a efectos de traer a la realidad la poética máxima de Mao Tse-Tung que aseguraba que las mujeres sostienen la mitad del cielo.

Imagino que proponen, las autoridades mandarinas, con tan publicitado evento, ya digo, tender puentes, igualar la valía femenina a la masculina, y establecer un sólido sendero entre ambos sexos.

Hace unos días, camino de Meknes, a bordo de ferruginoso ferrocarril, pude observar, a la salida de la estación de Sidi Kacem, uno de los muchos puentes a medio construir que pueblan la geografía marroquí. Pero pude comprobar que, en este caso, el puente jamás sería finalizado. Mostraba la citada construcción una arcada huérfana que recortaba el paisaje circundante y, a su alrededor, el más absoluto de los abandonos, una ausencia total de máquinas exacavadoras, grúas u operarios de la construcción. No más que el arco de un puente desdibujando y recomponiendo, a peor, el paisaje. Las orillas de lo que hubiese sido el citado puente, de haberse dado fin a la obra, se habrían conectado con trasiego de viandantes y cercanos vecinos.

Nada más descorazonador que la visión de un puente a medio construir. Pasamos por la vida delineando puentes que, en algún momento hemos soñado finalizados e indestructibles. Pero es duro colocar otro ladrillo, volcar otro kilo de cemento, asegurar la argamasa, comprobar una y otra vez su geométrica estructura, continuar estudiando en el voluble horizonte del futuro los principios básicos de su entereza. 

Quizás por ello dejemos tantos puentes a medio construir. Tal vez hayamos descubierto (fatídica clarividencia) que poner en pie un bello y sólido puente puede llevar una vida entera, y tememos alcanzar el fin de la nuestra con la construcción a medias.
Abandonamos, así, amigos, amantes, familias, tal vez porque comprendemos que no llegaremos a alcanzar el milagro de la comunicación plena.


Alabo el primer arco de ese puente al que pretenden dar fin las autoridades de la vetusta China, pero temo que, como en el resto del mundo “civilizado”, les ciegue tomar conciencia de lo titánico de su esfuerzo.

Yo, por llevar la contraria, me he propuesto dar fin al menos a un puente. Sé que me llevará quizás toda la vida pero para qué, si no, me sirve ésta. Los cimientos son buenos. Nada me impide seguir adelante, como hacen los chinos con la gloriosa empresa del antaño alabado Líder.

1 comentario:

  1. Qué gran párrafo el que sirve de cierre al post. Me ha gustado mucho.

    Desde aquí todo mi ánimo para la construcción del puente :-)

    Besos!

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soy todo oídos...