sábado, 12 de mayo de 2012

la voz

Dicen que fue su inigualable timbre de barítono y la presencia escénica con que desenvolvía los corazones como si fuesen caramelos de fresa, lo que consiguió que pasase a la Historia con el apelativo de LA VOZ. Dicen que Sinatra merodeaba meloso los rincones turbios de los escenarios, esos en que se cocinan a fuego lento las vísceras de la melancolía.
Dicen que Sinatra entreabría los labios y desperdigaba aterciopeladas tormentas de ensueño y borrasca a medio hacer.
La voz, es lo que tiene.

Vivimos absortos, hoy, en una marea de vibrátiles volatilidades. Cantamos en la ducha, por ejemplo, y olvidamos o no conocemos o ignoramos el funcionamiento de ese mecanismo que nos permite vocalizar y que los demás comprendan las palabras a que nuestra garganta da forma, sonido, molde, latido.
Fue por ello, dicen, que hace más de una década, la Federación Internacional de Sociedades de Otorrinolaringología (¡ahí es nada!), decidió que cada 16 de abril se celebraría el Día Mundial de la Voz (lo sé, de nuevo escribo con retraso, hablar hoy del 16 de abril es como hacerlo de las Guerras Napoleónicas). Explico esto porque es norma desconocer quién decide instaurar la mundialidad de la voz, de la paz, de la salud, de las bombas de neutrógeno, del napalm, de la malaria, de la bicicleta, del triciclo, del abrazo, del niño noruego o de la leche en polvo. Se deciden fechas conmemorativas pero ignoramos quién y por qué lo hace. Ya conocemos, pues, el motivo del anual homenaje mundial a la voz. Pero no se trata, en esta curiosa efeméride, de homenajear al gran Sinatra, no. Resulta que el motivo último es advertir a la ciudadanía mundial de la importancia que tiene el hecho de que proporcionemos a la articulación de vocablos (la voz) el mayor de los ciudados. ¡Bravo por la citada Federación!

En estos tiempos que corren es bueno saber que hay instituciones internacionales preocupadas por el buen uso y salubre bienestar de nuestros órganos vitales. Claro que, escuchando las noticias, cuando hablan de la importancia que la voz tiene no sólo para nuestras relaciones personales, sino también laborales, y escuchando a posteriori la interminable enumeración de posibles dolencias o enfermedades que puede acarrearnos la despreocupación hacia tan preciado órgano de comunicación, nos surgen las preguntas.

Nos enseñaron desde jovencitos, aunque muchos hayamos decidido ignorarlo, la importancia de la revisión dental habitual. Pero nada nos dijo nadie de la importancia de idénticas rutinarias revisiones de nuestra garganta, cuerdas vocales y pulmones que, al fin, son los esforzados portavoces de aquello que deseamos expresar mediante palabras que suenan. Con motivo de la celebración a que venimos aludiendo se han organizado campañas gratuitas de revisión médica en medio mundo. Sí, a pesar de ser Día Mundial las actividades se limitan a la mitad (o menos): el medio mundo sano y delicadamente preocupado por su salud. El medio mundo en que los ciudadanos podrán pagar la posterior revisión anual a que les conminarán los profesionales de la salud que han empleado sus esfuerzos en las citadas revisiones gratuitas.

Frank Sinatra (cortesía de "la red")
Ahora comprendo por qué Sinatra era La Voz. Imagino que sus cuantiosas ganancias le permitirían acudir a profesionales exámenes periódicos de su órgano más preciado. Tal vez fuese la magia de la ciencia sanitaria la que le permitió seguir fumando sin dejar en la cuneta un ápice de su valioso don. Quizás fuese él quien inspiró a los gerifaltes de la Federación Internacional de marras. Y, por tanto, gracias a ellos, podremos disfrutar en años venideros de nuevos Sinatras, imagino. Cierto es que se hacen desear ya en exceso, no lo niego. Pero tengamos fe, es seguro que tarde o temprano llegarán.

Yo lo tengo claro. Registraré en la agenda de mi teléfono móvil el 16 de abril  y, cada año, llegada tal fecha, iniciaré la jornada escuchando a Frankie susurrar ...in the wee small hours.

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