sábado, 2 de febrero de 2013

he venido a hablar de mi libro (y 2) ... o de cómo "yo es otro"

Yo, que poco amigo soy de celebrar efemérides y anudar vivencias a los inescrutables designios del calendario, me descubro hoy descubriendo que hace poco más de un año publicaba, en esta galería de vanidades y desconciertos, el primero de los textos orientados a la vacua labor de dar a conocer mi primera novela publicada, Los Cuadernos del Hafa. Mucho han cambiado las cosas desde aquel entonces, y aunque el citado volumen permanezca oculto a la opinión pública, la privada es distinta cuestión, y no pocos benévolos veredictos han recibido sus páginas.

Ha habido, desde entonces, ya digo, no pocos cambios, pequeños terremotos que han desplazado las capas tectónicas sobre las que se asentaban mis sentimientos y han germinado cumbres de belleza a las que jamás soñé ascender. Aún se adueña de mí una semiprecariedad económica que no, no me incomoda, pero acumulo tesoros en forma de palabras, abrazos, sentimientos que han llegado a mí balanceados por la juguetona marea de los placeres y los días, al mismo ritmo que imprimen las fuerzas telúricas a la brazada con que el comercial navío y el desorientado inmigrante pretenden alcanzar una u otra de las costas que separa el Estrecho de Gibraltar, esa lengua de agua que humedece dos continentes, dos culturas, dos formas de ser y estar que quizás no sean tan distintas por más que así lo pretendan no pocos.

Hoy, un año después, como el Maestro, siento que he malgastado un año queriendo hablar de mi libro, al igual que él malgastase un par de horas en televisión. Me queda la satisfacción de en algo haberme acercado a él, ya que creo que hoy son más los que me conocen por pretender hablar de mi libro que por haberse abandonado a la promiscua selva tipográfica de sus páginas.

cortesía del genio de la luz, Babel Estudio
Así que mejor sería pretender, con el Poeta, que yo es otro, y olvidar ya las páginas de este libro que no escribí, que otro escribió a través de mí. Bien pensado, no es tan desacertada la aseveración. Justamente hoy han podido comprobar cientos de desorientados ciudadanos cómo el Presidente del Gobierno de España, en realidad, es otro. Claro que, en su caso, es un otro bien honorable y digno de elogio, mientras que el otro que escribió Los Cuadernos del Hafa es un ser atormentado por los deliciosos suplicios de la culpa y el exceso.

Alcanzan, las noticias, las orillas de nuestro desencanto sucias de pornografía moral, enredadas en una trama de algas de las que sólo extraemos desgracias, latrocinios, corrupciones, egoísmos, corporaciones, cifras, mercados, hambres, deshaucios, prepotencias, crímenes, idiocias, cánceres, orfandades, perversiones más reales que las que imaginase/viviese Sade allende los siglos, cuando el sueño de la Razón comenzaba a procear Monstruos que terminarían por devorarnos. Así que tal vez sea mejor que mi novela permanezca aún a la sombra de los grandilocuentes titulares, escondida en un callejón por el que sólo pasean los incautos exploradores de lo oculto para después regalarme palabras como dagas que ahondan esa herida que en mí pretendo suturar con cada palabra escrita...palabras ocultas entre el rizo fugaz de las mareas, palabras que llegan a mis pies para bañarme de espuma y belleza, palabras que recojo entre las manos y que, al contrario que el agua turbia de las noticias y los superventas, puedo acercar a mis labios y sorber con deleite...ya forman parte de mí, sí, todos los corazones que he encontrado en el camino y puedo asegurar orgulloso: ha merecido la pena.

Sabéis quiénes sóis, es a vosotros que os agradezco.

Yo, por mi parte, aún no sé quién soy. Sólo intuyo que yo es otro que al comenzar estas líneas pretendía vanagloriarse por el hecho de que Los Cuadernos del Hafa hayan sobrevivido su primer año de vida, tras aquel sangriento parto que los expulsó a la sucia luz de este decadente hospital que es hoy la palabra impresa, y creo que simplemente he vuelto a rellenar espacios que tal vez no reclamasen el temblor de mis frases...qué le voy a hacer, creo que no me queda más que seguir siendo ese otro que tan vivo se siente ensuciando páginas, al contrario que nuestro honorable Presidente, que sólo pasa a limpio los renglones torcidos de su mente de poeta maldito maltratando el teclado tartamudo de la prepotencia.

Tal vez dentro de un año regrese de nuevo a hablar de mi libro. Quizás pueda hacerlo con mayor convicción. En cualquier caso será ya otro bien distinto...el libro y el que lo haya escrito.

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