jueves, 29 de marzo de 2012

dulce pecado

Saca a la luz un estudio, una prestigiosa revista internacional de medicina, según el cual pueden asegurar, los científicos, que el consumo habitual de chocolate reduce la masa corporal. Nos alegra la noticia, pero no podemos evitar mirar al pasado y arrepentirnos por todas las ocasiones perdidas, todas las oportunidades que tuvimos de añadir un espeso cauce de azúcar al caudal indolente de nuestro flujo sanguíneo, por evitar que las calorías, como feroces náufragos de esa fusión de mareas, quedasen amarradas por siempre a diversas zonas de nuestra anatomía.

Lógicamente utilizo la segunda persona del plural como recurso literario. La naturaleza quiso revestir mi castigada osamenta con una escueta armadura de carne y pellejo. O sea, que estoy muy delgado. Ya lo dice mi madre, cada vez que me ve: "hijo, estás muy delgado". Pero es así que, sin privarme yo nunca de vianda alguna, conozco la esquiva mirada recelosa de tantos hacia los dulces que pueden complementar nuestra alimentación.
Y ahora resulta que el chocolate, ese pecado, no engorda. Al contrario.

Es evidente que en la vida, cada uno, lucha por aplicar su propia dieta, ya no al cuerpo sólo, también al alma. Es así que por no deformar lo que consideramos representación moral de nuestra existencia (eso que algún anciano filósofo barbado y envuelto en túnicas como mortajas dió en llamar ánima, alma), esquivamos a cada instante el pecado, con gran alarde de ánimo reprimido y mortificante esfuerzo. El pecado engorda el alma y la termina por desfigurar, trocándonos en grotesco Dorian Gray cuyas miserias espirituales quedan reflejadas en lienzo de trazo cruel y ajada orgía de colores. Así nos lo explicaron, cuando niños, aquellos que se erigieron en guías espirituales de nuestro descontento.
Pero conocemos el regusto confitado e intenso del pecado, sabemos de las delicias en que su abrazo naufraga nuestros miembros aletargados, de la lúbrica caricia de sus dedos de eternidad y savia virgen. Y es así que, temiendo afear el alma, asustados ante la posibilidad de portar un ánima rolliza y despreciable, evitamos en numerosas ocasiones la tentación del pecado, el guiño seductor del abismo.

A la vista del descubrimiento científico que comentábamos al inicio, quizás debamos replantearnos nuestra estricta dieta de transgresión y bombones. Tal vez no sea buena idea seguir mortificando el cuerpo, ni el alma. Al fin y al cabo...¿quién estableció las pautas de lo que debemos considerar pecado? Dudo si no serán los mismos que desterraron al país de las culpas y las prohibiciones el grato gusto del cacao, ese fruto que cultivaban y gozaban aquellos salvajes pecadores de allende los mares a los que, ¡ay!, a sangre y fuego quisimos evangelizar.

No obstante nos indican, los estudiosos que han dado luz al informe, que este no es 100% vinculante, que quizás las personas que se proponen adelgazar se recompensen de tanto en tanto con chocolate, y no sea el consumo de éste lo que les haga adelgazar. Tanto da. Si pretendemos adornar el alma por otros medios, no deberíamos, en cualquier caso, privarnos de una dulce onza de pecado, de tanto en tanto. 
Ya lo dijo el mismísimo Oscar Wilde: el pecado es la única nota viva de color que subsiste en el mundo moderno.

3 comentarios:

  1. Yo es que no tengo voluntad para quitarme del chocolate. Esto es como mi compañero, que dice que si quisiera dejar de fumar lo dejaría fácilmente; la cosa es que no quiere dejarlo. Lo mismo me pasa a mí con el chocolate :-) La tentación está ahí, y qué gusto da caer en ella, verdad??

    Besos!

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  2. Que cierta es esta reflexión , sea chocolate, o lo que sea, lo prohibido siempre atrae y, es que el hombre por naturaleza es egoísta lo queremos todo, por que no! Está ahí, solo tienes que cogerlo ...brindo por esos momentos que te hacen sentir vivo.

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  3. Si es que siempre intentan manipularnos.... Siempre ha pasado así... Ya me lo decía mi madre con el ejemplo de los médicos y los huevos... Era bueno tomar, no era bueno tomar... Y como nos falta toda la información necesaria... Muchos hacemos lo que creemos oportuno!Intentando no dejarnos manipular por las modos, los dimes y diretes y las imposiciones morales o televisivas.... ¿Chocolate? Como todo, equilibrio!!!!
    Marta

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soy todo oídos...